Foto: https://www.flickr.com/photos/santiagostucchi/33945752210 Santiago Stucchi
Igual que muchas familias la de Catalina Montañez de Barón sobrevivió escondiéndose en el monte al paso de las tropas y comiendo casi todos los días cuchuco de cebada con apio y hojas de rebancá: “Contaba mi madre que antes del cambio de siglo y en plena guerra de los Mil Días, mi papá Baldomero Montañez, había sembrado cebada en El Alto. Nadie sembraba porque a todos los hombres se los habían llevado a la guerra, Fue un tiempo de hambre se veían muchos limosneros, la gente se moría de hambre, pero mi papá Baldomero había dejado sembradíos para comer. Cosecharon y llenaron los zurrones y las trojas con el grano y mi papá Baldomero les advirtió, a sus hijas, que a todo el que llegara a pedir limosna le dieran una copada, así fueron repartiendo y consumiendo las cosechas en la comida hasta que ya no quedaba casi nada. Un día llegó un limosnero pidiendo socorro y le dieron la última copada de cebada que quedaba, él puso la ruana como se acostumbraba para llenarla con el grano y se alistaron a aguantar hambre. Al otro día cuando se levantaron encontraron que los zurrones y las trojas estaban completamente llenas de cebada, como si recién hubiéran cogido la cosecha, como si nunca se hubiera gastado nada en la comida. Esta cebada que apareció les sirvió para desterrar el hambre, durante el tiempo que duró la guerra, comiendo todos los días cuchuco de cebada, con apio, y hojas de rebancá”.
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