preparación y el consumo cotidiano de alimentos constituyen uno de los pilares
del patrimonio cultural inmaterial de la nación. Las cocinas tradicionales, como
manifestación del patrimonio cultural inmaterial (en adelante PCI), comprenden
complejos conjuntos de conocimientos y prácticas culinarias que tienen raíces indígenas,
ibéricas, africanas y notables influencias, muy visibles en la región caribe,
de la culinaria árabe y de los países vecinos.
Las cocinas tradicionales, como patrimonio cultural, tienen como principales
características y efectos, los siguientes:
1. Son el resultado de un largo proceso histórico y colectivo que resulta en un
saber transmitido principalmente en el seno de la familia, de generación en generación.
Cada cocina tiene su historia y su propia narrativa, así como un acervo de
conocimientos y prácticas que se transmiten de manera viva y directa. La cocina
se aprende haciendo.
2. Expresan la relación con el contexto ecológico y productivo del cual se obtienen
los productos que se llevan a la mesa; es decir, dependen de la oferta ambiental
regional y están asociadas de manera profunda con la producción tradicional de
alimentos.
3. Cumplen además una función cohesionadora, ya que generan, por excelencia,
sentimientos de identidad, pertenencia y continuidad histórica. Alrededor de
ellas se reúnen las familias, se fomentan la asociatividad y valores como la generosidad
y la solidaridad entre las personas.
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